VATICINIO
Durante aquellos veranos en la finca de mi abuelo, uno de mis lugares favoritos era la biblioteca. Allí y en uno de esos días de lluvia especiales para disfrutar de aquel lugar, hojeaba yo libros tomados al azar cuando, de pronto, en uno de ellos, leí algo que me conmovió a punto tal que lo dejé en un estante cualquiera sin fijarme en cuál.
Mientras el carillón del reloj marcaba las cuatro y media de la tarde, yo había leído:
“... si alguien llegare al final de esta frase un día de lluvia a las cinco en punto de la tarde; en ese instante morirá. “
Nunca supe el nombre de aquel libro, ni retuve el contexto de esa frase, pero a partir de entonces, cada vez que me introduzco en un texto desconocido, temo.